Blog de 5º. Colegio Miramadrid
Os animamos a que lo visitéis a diario y sirva como plataforma de intercambio de opiniones, ideas y experiencias.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
lunes, 8 de noviembre de 2010
Débora, 5ºC
viernes, 5 de noviembre de 2010
Algo tan simple como un balón
Esa noche decidí decir a mi madre que quería ir a un país pobre donde no tuviesen juguetes, me pareció muy triste . Sí, porque con todos los juguetes que tengo yo y ellos ni uno me parece que debería darles unos cuantos, ¿pero no seria mejor que las dos primeras semanas les enseñase a jugar? Así que mi madre me dio permiso.
Cuando se lo conté a mis amigas les parecio estupendo y todas me querían acompañar, pero eso no podía ser. Así que con una mueca de tristeza en la cara todas dijeron a coro:
-¡jooooooooooooooooohhh!
Yo las dije que lo sentía y que me encantaria que me acompañasen pero sus padres no opinaban lo mismo.
Lo primero fue elegir el país, así que decidí ir a Kenia porque me gustan mucho los animales y allí hay muchos. Me costó mucho hacer la maleta no sabía qué tiempo haría allí y me lleve ropa variada.! Y como no, el juguete! Ya se me olvidaba, creo que debería llevarles un balón. Aquí a los niños les gusta mucho y es muy simple. Seguro que les gusta, pensé, y además de al fútbol, baloncesto,y otros deportes también se puede usar para otras cosas como,"bomba"y "matapollos". Bueno, se me había pasado volando esa semana.Yo ya estaba en el areopuerto con mi gran maleta frente a las escaleras del avión despidiendome de mi familia. Mi padre decía que si estaba segura de querer hacer ese viaje, yo le contesté que si. Mi abuela estaba muy contenta, a ella también le habría gustado hacer ese viaje.
Decía que yo era una chica con suerte,que si ella hubiese tenido esa suerte no lo habría desapovechado,que no hiciese caso a mi padre. Yo no lo iba a desperdiciar, sabía que les echaría de menos, pero merecía la pena. Mi madre me daba muchos anímos, decía que me echaría de menos, pero que hacía bien en ayudar a tener una buena infancia repleta de juegos a esos niños.Yo no conocía a nadie pero seguro que hacía amigos. El problema era el idioma, no sé como nos íbamos a entender. La verdad,no había pensado en eso, ¿qué voy a hacer? Bueno, ya no hay vuelta atrás, da igual. Ya subida en el avión me despido por la ventanilla, me desilusionó un poco, creo que echaré de menos a mi familia.
Después de cuatro horas de viaje,ya un poco cansada, cogí un autobús que me condujo a un poblado en medio de la nada.
Al bajar del autobús un montón de niños me rodearon, yo les saludé y me miraron con una cara rara. Creo que no sabían qué decía. Moví la mano de un lado a otro y creo que hay sí me entendieron, todos me repitieron.
En cuanto saqué el balón todos se qedaron boquiabiertos. Les dije el nombre en español, no nos entendiamos demasiado bien.
Bueno, cuando les enseñé a jugar sí me entendieron y les encantó.
El fútbol, "la bomba", el baloncesto, "el matapollos", el rápido, bueno y muchos más. Además de la pelota, que les encantó jugamos a mas juegos,como el "pillapilla"y el "polis y cacos ."
Esa noche todos estábamos tan cansados que caímos en la cama y nos dormimos en dos segundos. Nos pasamos así una semana,hasta que decidí que podíamos construir un par de porterías.Con unas ramas,cuerdas y una gran red se puede construir una buena portería;ahora, a construir la otra.Ellos querían también una canasta,¿pero como lo ibamos a hacer?,se les ocurrió una idea genial:con cubos.Sí,hacíendoles un agujero abajo y luego los colgamos de dos árboles.Los aprovechamos mucho.La despedida fue muy triste. Estuvimos en contacto.Cuando vi a mi familia me puse muy contenta. Al cabo de unos meses me llegó una carta en otro idioma pero yo sabía quienes eran.
Me decían que se les había pinchado el balón.Que,porfavor,volviese para darles otro y me pregunté a mí misma:¿que voi a hacer?Bueno,yo no puedo hacer nada pero...
¿Mis amigas no querían ir ?
Bueno, eso ya es otra historia.
FIN
Marina, 5ºA
UN JUGUETE UNA ILUSIÓN
jueves, 4 de noviembre de 2010
ENTRE BASURAS/ TRISTEZA EN LA HUMANIDAD
Aquí todo nos va muy mal, no podríamos estar peor, hace unos meses murió mi padre a causa de la enfermedad, esa enfermedad que nos marca desde que nacemos, mi madre también murió hace más de diez años pero yo no lo pené porque ni siquiera la conocí. Ahora tengo deformaciones en las piernas y dicen que es a causa de la enfermedad de mi madre a pesar de no haberla conocido. Vivo con mi abuela, ella no tiene la enfermedad pero mis tías sí. Cuando habíamos enterrado a mi padre y mi abuela dejó de llorar por él, comenzó a hacer un viento que dicen que viene del Interior. Yo nunca he estado allí, bueno en realidad nunca he salido del batey, sé que aquí vivo y aquí moriré, eso dice mi abuela, ella vino de Haití y se quedó en la ribera del río, desde entonces vivimos de las basuras. Las basuras nos dan para vivir y hubiéramos podido hacerlo si no hubiera sido por la enfermedad que nos ha ido matando uno a uno; nuestros, tíos y padres. Nosotros hemos nacido con ella y nos hace malvivir. Yo tengo deformados los pies y apenas puedo caminar. A mi me gusta bailar y cuando lo hago otros chicos se ríen de mí, yo lo sé, pero no me importa me gusta hacer reír, no es que me guste que se rían de mí, no, pero me gusta que al menos Wilson el bailón, que es así como me llaman, sirva para algo.
El viento del interior se convirtió en huracán y este atrajo a las tormentas y se puso a llover como nunca había visto, y eso que yo no he visto mucho, pero mi abuela dice que nunca había visto llover así, los más mayores dicen que esos vientos calientes vienen de África. Yo creo que ese lugar está al sur del batei, al otro lado del mar, pero son suposiciones mías porque ninguno de nosotros sabe donde puede encontrarse. Dicen que en la ciudad, cuando el cielo se pone así de revoltoso, sacan a las personas de sus casas para que nada malo les pase, pero a nosotros no nos dicen nada, quizás porque aquí somos tan pobres que ni el viento puede ya golpearnos. Mi abuela dice que para ellos no existimos porque vinimos aquí huyendo de la miseria y aquí entre las basuras encontramos algo de vida. Mi abuela a veces nos habla así. Todos lo primos que vivimos con ella nos reímos cuando nos habla así, no entendemos porque habla así, la tía, que es como nuestra madre, nos dice que no la hagamos mucho caso que desde que le tocó la santera va diciendo tonterías, pero a mi me parece que tiene razón.
Cuando empezó a llover muchas chozas se cayeron a causa de las riadas e inundaciones, el aguacero llegó de repente como grandes olas de agua, no tuvimos tiempo de esconder nada, lo único que pudimos hacer fue escondernos nosotros mismos, allí acurrucados entre las basuras. Estoy tan acostumbrado a las basuras que me encuentro a gusto entre ellas, forman parte de mí o yo formo parte de ellas. Mi abuela diría que estamos entre lo que somos y que cuando algún chico viene de la ciudad, o de no sé sabe donde, no distingue cuando empieza la basura y cuando empezamos nosotros. Mi tía comienza a reír cuando mi abuela habla así, pero yo creo que a veces la basura y nosotros somos como la misma cosa.
Cuando el río comenzó a crecer a eso de la madrugada yo estaba muy dormido y me despertó el estruendo y el agua que ya me calaba los huesos. La abuela comenzó a rezar al cielo y su voz se aclaró y se volvió alta como la de un hombre, mi tía chillaba y le decía que se dejara de llamamientos a los santos del cielo, que podía despertar a los niños, pero mis hermanos y mis primos ya estábamos despiertos, nos despertó el agua en las camisas ya caladas como cuando nos bañamos en el río.
Me levanté y seguía lloviendo sin parar. El cielo estaba negro como un montón de basura, todo aquí es como un montón de basura, me asomé al río pero había perdido sus orillas y ya la basura flotaba en el agua. En la chabola de mi vecino el agua sonaba a chorros como cuando cae un cubo de agua, por él, por mi vecino, supimos que la riada se había llevado a Jacinta, mi gallina, era ya vieja pero la tenía cariño y me hacía compañía y en más de una ocasión le había salvado de hacer puchero para varios días o meses. Las noticias nos llegaron días después cuando nos dijeron a los de abajo que la riada y las lluvias se habían llevado puentes y edificios en la ciudad y en los campos la agricultura fue desperdiciada a causa del gran chapoteo. Mi abuela me decía que tal cantidad de lluvia nunca podría ser tragada por la tierra y parece ser que así fue, porque en los meses que siguieron la cantidad de basura disminuyó. La abuela nos decía que eso sería nuestro final también porque de no haber basuras tampoco nosotros podríamos vivir. Y fue verdad porque al poco tiempo comenzó la gente a enfermar de enfermedades del agua y eso que nos decían que no bebiéramos agua pero qué íbamos a hacer, teníamos sed y no teníamos más remedio que beber agua del río, encharcada y de color marrón. De aquellas mi primo el chico se murió y la abuela lo enterró por la mañana, nos dimos cuenta cuando nos faltó a la hora de la comida.
Al día siguiente mis primos y yo intentamos ir a la escuela. Nosotros vamos a una escuela en donde el que manda es un señor de España. A veces vienen muchos españoles por aquí y se quedan largas horas mirándonos, luego tratan de jugar con nosotros pero siempre se terminan yendo. Yo la última vez que vino Enrique pensé en irme con él, al menos eso me dijo, que me llevaría con él a España, pero la mañana que se iba yo llegué con mi zamarra y cuando llegué a la Escuela Enrique ya se había ido. Me dio mucha pena pero al rato pensé que era mejor ya que no me había despedido de la abuela. Después seguí yendo a la escuela. El jefe, Don Rafael que es así como le llamamos, me dio una palmada en la espalda y me dijo que no preocupara que Enrique volvería en otra ocasión, pero no lo ha hecho. Aun así yo le espero todas las mañanas en la nave en donde nos dan el cuenco de leche con galletas. Yo a veces tardo en atravesar el huerto para llegar a la nave porque como dije al principio tengo un pie palmípedo y más pequeño que el otro y cuando llego la leche se ha acabado.
*************
Fuimos con Enrique a República Dominicana era una excursión en donde el colegio cooperaba en un proyecto educativo de Escuelas. La ruta Quetzal le llamamos en el colegio. Yo a veces en el colegio he aprendido muchas cosas sobre la solidaridad pero desde que estuve en ese país con Enrique el cooperante, solo he aprendido que no compartimos con los más necesitados, solo les damos lo que nos sobra. Así Carlota les llevó sus zapatillas y su viejo yoyó, yo llevé en la maleta cuantos juegos de mesa pude almacenar y Mónica y Marina llevaron todos los juegos que tenían y a los que ya no jugaban.
Cuando conocí A Wilson me enseñó que no era juguetes lo que deseaba, únicamente deseaba tener una vida digna con una casa en donde poder vivir con sus primos y abuela y donde poder comer todos los días sentados a la mesa, como lo hacían en la nave de la escuela que la ONG había construido años atrás. Wilson era un niño enfermo de sida. Sus padres también habían muerto de lo mismo y sus tíos y casi toda su familia, bueno tenía un primo pequeño al que cuidaba que se murió de malaria. Wilson tenía un andar muy gracioso porque casi le faltaba un pie, nació así y sus amigos le pedían que bailara para reírse de él, aún así el lo hacía y supongo que seguirá haciéndolo, Wilson era así. Enrique le apadrinó y se lo hubiera traído a Madrid para operarle de la pierna, pero Enrique tuvo un accidente de moto y ahora no puede andar, cuando se mejore dice que quiere ir a por él y llevarle a un hospital, aún así será una gota en el océano como él me dice.
En el colegio nos han puesto esta mañana una redacción llamada pensamientos de un pobre y yo me he acordado de Wilson y he llorado, he pensado en lo que piensa Wilson y me ha salido una redacción muy bonita. Se que a Wilson le gustaría, el es así a pesar de vivir entre las basuras y de las basuras. No piensa nunca en el mal. No tienen nada, sin embargo solo piensa en sobrevivir sin desear nada malo a nadie. Nosotros aquí tenemos de todo, sin embargo no nos conformamos con nada, este año me han regalado una videoconsola y yo apenas juego con ella. Voy a hacer un paquete y se la voy a enviar a Wilson aunque probablemente Wilson preferiría otro juguete.
Hoy he aprendido en el colegio que la solidaridad no es caridad. Solidaridad es compartir. Caridad es dar lo que ya no necesitamos y creo que voy a pensar en el mejor regalo para Wilson pero no lo encuentro y eso me pone muy triste.
LIDIA DOMINGO EMBID
FIN